jueves, 9 de abril de 2009

Civismo No Es Solo Hacer Cola

Cali ciudad cívica por antonomasia se escucha decir con exagerada frecuencia. Un viejo refrán - y los refranes son obra de la sabiduría del pueblo- dice que cuando una herradura cascabelea, es porque algún clavo le falta. En el caso del civismo caleño, este refrán cae como anillo al dedo porque no otra cosa puede pensar, por ejemplo, el desprevenido peatón. En Cali es más fácil transitar por en medio de las calles que por las aceras, porque estas han pasado a ser patrimonio de quienes ejercen una violencia asfixiante y permanente sobre los derechos de los usuarios. Como una plaga maligna, inmisericorde, la violación de los espacios de los peatones no tiene freno. De nada valen las normas que los regulan porque no hay quien haga valer. Muchas aceras han sido convertidas en parqueaderos particulares con demarcaciones precisas; quien instala una reja en su antejardín, deja las puertas abriendo hacia afuera; los constructores convierten los andenes en depósito de ladrillos, arena, palos
Y a todo esto, ¿qué hace la entidad encargada de velar por el respeto a los derechos de los transeúntes?
El Tiempo

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